Escaparatismo creativo, una fórmula para la diferenciación en el comercio.
Los escaparates son demasiado iguales en todas las calles comerciales de España. Esto puede convertirse en un inconveniente para llamar la atención sobre los productos, los servicios y la línea de trabajo que define a cada negocio. Y es que para que un escaparate cumpla con su principal cometido, estimular la entrada del cliente al establecimiento, no es necesaria una gran inversión en medios, sino un poco de imaginación y originalidad.
Para montar un escaparate lo primero que hay que hacer es analizar las posibilidades materiales (dimensión, decorados, iluminación), económicas (presupuesto) y comerciales (calidad y cantidad de productos) que tiene cada establecimiento. Después hay que tener en cuenta que los artículos que se exhiban deben reunir tres cualidades: ser atractivos a la vista, actuales y con buen precio.
Pero a partir de ahí la imaginación es fundamental para potenciar la diferenciación. Para tener un escaparate atractivo hay que buscar a cada producto complementos adecuados para montar una escenografía apropiada. Por ejemplo, si se exponen artículos para protegerse del sol se puede recrear una pequeña playa utilizando elementos tan sencillos y económicos como el serrín para la arena, o una toalla en lugar de carteles grandes que limitan el espacio. Un buen escaparate tiene que estar correctamente distribuido, iluminado de día y de noche, con un buen fondo para que guarde la intimidad y no se pierdan las imágenes y una cuidada combinación del color. Es fundamental que esté orientado en el sentido de circulación de los peatones, sin olvidar que cualquier detalle sirve para recordarle al potencial comprador dónde estaba el artículo que llamó su atención. Lo que hay que cuidar Existen algunos factores que hay que tener en cuenta para apreciar y montar un buen escaparate: Limpieza e Iluminación: es esencial que el escaparate ofrezca una imagen pulcra en todos sus elementos, cristales, repisas, productos, etc. Además, un escaparate bien iluminado siempre llamará la atención, y para que esté bien iluminado habrá que tener en cuenta la ubicación, el tamaño y el color de los productos. Colocación y Novedad: la colocación de los productos debe hacerse en función del espacio, si hay poco es mejor un escaparate monotemático, si hay mucho es mejor diversificar el producto. Además, se deben exhibir preferentemente productos que sean novedosos para potenciar su conocimiento entre los clientes. Rotación: el escaparate debe cambiar, y con él los productos que se exhiben, al menos cada tres o cuatro semanas, para evitar su degradación y no aburrir. Precios: conviene que los precios siempre estén visibles para el público. Promociones: cuando se hace una promoción hay que tener muy clara su duración, el modo de ubicarla y el grado de agresividad para no provocar un efecto contrario al deseado. Ambientaciones y Visibilidad: el material empleado y el grado de decoración debe ser acorde al tipo de producto. También debemos contar la visibilidad. Esto implica que se vean todos los artículos, pero que también destaquen aquéllos sobre los que queremos llamar la atención. Para lograrlo hay que conocer las zonas a las que se dirigen instintivamente los ojos de las personas: primero al centro y a la altura de los ojos, y después hacia abajo a derecha e izquierda. Unidad, Simplicidad y Originalidad: los productos expuestos deben estar relacionados (pasta de dientes-cepillo), la sencillez no significa pobreza, sino orden, pulcritud y claridad de conceptos. Ser original es saber usar la imaginación para provocar en el cliente un impacto atractivo.