Cómo mantenerse lejos de los morosos
Y es que la morosidad no es una cuestión menor dentro de la economía española si se tiene en cuenta que la morosidad empresarial se duplicó durante los primeros seis meses de 2008, creciendo a un ritmo del 98,3%, según el índice de Crédito y Caución de incumplimiento, y hay muchas empresas que están retrasando ya sus pagos hasta en ocho meses.
A mar revuelto, ganancia de pescadores. Y este refrán se cumple al pie de la letra en el caso de los negocios de cobradores de morosos. Empresas como El Cobrador del Frac hablan de un aumento de sus servicios del 50% y otras como tuscobros.com sostienen que superan el 35%. El problema es que estos servicios proponen soluciones a posteriori, y aunque suelen resultar infalibles es más eficaz la precaución, una tarea que no es muy usual en España. Las grandes empresas tienen políticas de crédito para hacer frente a los impagos, pero las pequeñas lo resuelven con una llamada de teléfono cuando se ha cumplido el plazo o suspenden las entregas, pero no toman medidas preventivas.
Estudiar al cliente es una de las medidas preventivas más efectivas. Existen empresas que a partir de 40 euros realizan informes actualizados de la situación de cualquier compañía. Una cifra nada elevada si se tiene en cuenta que puede evitar muchas pérdidas económicas que no siempre se recuperan.
Antes era más habitual el moroso profesional, mientras que ahora se dan más casos de quiebra por suspensión de pagos, es decir, no son morosos voluntarios sino consecuencia del escenario económico actual. Así, hay que estar en guardia para adelantarnos a posibles situaciones adversas, por eso es conveniente conocer la situación patrimonial del cliente antes de iniciar operaciones con él e informarse de su historial como pagador.
Una de las consecuencias del impago de una deuda puede ser la inclusión del deudor en un fichero de morosos. En este sentido, el Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI) es uno de los listados de solvencia patrimonial más importantes en nuestro país, recoge información sobre aquellos impagados de cuantía igual o superior a 300 euros. En el RAI se puede consultar información facilitada por acreedores o entidades financieras sobre personas que tienen alguna deuda pendiente con alguno de ellos.
Otra clave estriba en aclarar las condiciones de pago desde el inicio. Hay que realizarlo en el momento de cerrar la operación y por escrito. Para mayor seguridad se puede recurrir a los títulos cambinarios: el pagaré y la letra, que son dos documentos válidos para aplazar el pago.
Limitar el riesgo de las operaciones supone otro elemento preventivo a tener en cuenta. Implantando una política de crédito clara y coherente, que otorgue a cada cliente un límite de riesgo acorde a su comportamiento habitual y atendiendo al grado de solvencia e importe de la operación concertada.
Por otro lado, existen muchas formas legales para garantizar el cobro de las deudas: avales, seguros de caución, seguros de crédito, &lsquo factoring&rsquo,… La mayoría consisten en transferir el riesgo a un tercero, de modo que si el cliente no paga, se dispone de una garantía para cobrar todo o una parte de la deuda.
Además de todas estas medidas, también existen empresas de gestión de cobros que se encargan de todos estos trámites y aseguran a los clientes el pago de sus deudores.
Si a pesar de las medidas preventivas se produce el impago de una deuda, la regla de oro es actuar inmediatamente. No destinar recursos para este tipo de acciones, carecer de actuaciones de recobro y dejar pasar el tiempo son, los tres grandes enemigos del recobro. Conviene acudir a la ley para exigir los derechos. Bien a través de la vía amistosa o llegando al extremo de un proceso judicial, en la mayoría de los casos resulta más rentable que arriesgarse a dar por perdido el dinero.
El peso de las deudas amenaza a grandes y a pequeñas empresas y es un problema que cada vez tiene más repercusión en la economía española. Por eso no hay que tomarlo como un hecho baladí y tomar las medidas al alcance para que no perjudique a la marcha natural de la empresa.