Como registrar la marca de una franquicia
Registrar una marca a la hora de crear una empresa es uno de los primeros pasos que se deben llevar a cabo. Este aspecto es el que genera o va a generar a medio y largo plazo mayores activos a la empresa franquiciadora. Deberán definirse las características técnicas de todo lo relacionado con la imagen de la marca común a toda la futura red. Nombre comercial, logo-marca, tipografía, colores corporativos, así como la formalización de sus correspondientes registros.
Todo franquiciador debe estar en posesión del registro de la marca o del nombre comercial que licencia a favor de los franquiciados. En primer lugar, es importante decidir si la marca se va a proteger a nivel nacional, europeo o internacional y si la marca que vamos a registrar es sólo nominativa, gráfica o mixta. Para ello, conviene visitar la página web de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) para resolver cualquier tipo de duda. Hay que tener en cuenta que este proceso se puede hacer personalmente y costará unos 150 euros, o se puede utilizar un API (Agente de la Propiedad Industrial) que costará unos 400 euros. En este sentido los expertos recomiendan acudir a los servicios de un API porque los trámites no son tan sencillo y si se hace mal, se pierde el dinero y no se registra nada.
Por otro lado, hay que hacer una serie de consultas previas, denominadas informe de anterioridades vigentes, que tiene un precio de unos 45 euros. Con este informe se verifica si la marca está disponible y que no hay problemas para registrarla. Este paso es importante porque si se va directamente a registrar la marca y no se puede por no estar disponible no se devuelven las tasas anteriores.
Una vez realizados estos primeros trámites comienza todo el proceso del registro en el que hay que estar pendiente de todo lo que vaya ocurriendo y estar preparado para recurrir por escrito cualquier impedimento que se pueda producir.
Una vez inscrita la marca no podemos dejarla en el olvido, hay que hacer un seguimiento de posibles registros que puedan vulnerar los derechos de la marca y no dejar pasar los plazos para renovarla, de ser así, se perderían esos derechos que hemos conseguido.
En la página de la OEPM, te permiten acceder gratis a su base de datos para comprobar si la marca está disponible, aunque debe tomarse como algo orientativo ya que no muestra las marcas con nombres parecidos. También es conveniente acudir a un registrador de nombres de dominio en internet, ya que si la marca está disponible como nombre de dominio es aconsejable registrarla inmediatamente con los términos “.com” y “.es” para luego poder utilizarla como nombre en internet.
En España existe la Oficina de Patentes y Marcas (OEPM), mientras para la unión europea hay la Oficina de Armonización del Mercado Interior (OAMI), que lejos de ser competencia están dirigidas a públicos distintos.
La OEPM recibe solicitudes para tramitar 57.833 marcas y 6.750 nombres comerciales al año. De ellas, el 57% se realizan por internet (lo que cuenta con un 47% de descuento). Su homóloga europea, la OAMI, recibe 90.000 solicitudes en toda la Unión Europea.
La OEPM cobra 150 euros por cada categoría o clase en la que se registra una marca, mientras que la OAMI cobra 1.600 euros por tres clases. Los que optan por las oficinas nacionales son más del quíntuple de los que se registran para toda la UE, lo que demuestra que el mercado común todavía está muy lejos. En la OEPM afirman que el tipo de clientes es distinto, y que los que optan por la española son aquellos que no quieren salir al exterior.
Otra cuestión a considerar al optar por una u otra es que los trámites en la oficina española pueden durar unos seis meses, frente a los 21 que tardan en la europea, aunque hay que tener en cuenta la complejidad que requiere registrar una marca en 27 países.
Por parte de la OAMI con una única solicitud realizada a través de Internet se registra el logo o el nombre de una empresa en toda la UE, de manera especialmente eficiente, lo que le ha valido la felicitación del sector privado.
Hasta 1.995 la única vía para registrarse eran las oficinas nacionales. Han pasado 40 años para que los miembros de la UE se pusieran de acuerdo en crear una oficina única, que ha permitido ahorrar las ingentes cantidades de tiempo y de dinero que requerían los abogados, las tasas, y las traducciones en cada país.
Esta oficina vive exclusivamente de las tasas pagadas por sus clientes, e incluso consigue superávit. En 2007 obtuvo 58 millones de euros de beneficio, y el superávit acumulado es de 273 millones, de los cuales 5 corresponden a usuarios españoles. Desde el año 2000, las tasas han bajado de 2.075 euros a 1.600 por el primer registro en tres categorías de productos o servicios, y desde 2.500 a 1.350 por renovarlo (a los 10 años), tarifas muy elevadas en comparación con las que se pagan en Estados Unidos y en Japón, 700 euros y 427,5, respectivamente. La decisión está en manos de las oficinas nacionales, que representan a los países miembros en el consejo de administración de la oficina europea.
La competencia entre unas y otras no ha restado clientes a las estatales, puesto que están dirigidas a públicos distintos que cuentan con objetivos diferentes. Además, la competencia estimula la innovación, especialmente en la automatización de los servicios.