¿Cómo tener madera de líder?
Hay una serie de factores básicos que constituyen el molde de un líder. Son cuatro conceptos básicos: sentimientos, actitudes, intereses y valores, y constituyen la esencia de una persona que debe influir sobre el resto, de tal forma que éstos sigan la dirección que él marca. No hay que olvidar que es el propietario y por ello toma las decisiones que considera oportunas sobre cómo utilizar el capital y cómo organizar el trabajo.
Por ello, la actitud del líder es determinante en la formación de la cultura de la empresa, pero también en el cultivo de unas sólidas relaciones interpersonales que necesitan motivación y un trato humano cordial y generoso. Por tanto, se requieren de líderes amables, respetuosos y abiertos a los demás.
El buen empresario debe mantener relaciones humanas cordiales con sus empleados, porque para que sea líder es necesario que haya un grupo de personas que le sigan y que sientan una motivación especial hacia esa persona. Así, se sentirán siempre apoyados por él y serán comprendidos cuando surja cualquier imprevisto.
Por este motivo, para ser un buen líder no basta sólo con tener sólidos conocimientos académicos, aptitudes para ejercer un determinado cargo, sino también actitudes que demuestren un trato personal adecuado. Ser líder exige un aprendizaje continuo en el cuál lo importante no es no caer, sino levantarse siempre, corrigiendo los errores que comete como cualquier ser humano.
Paralelamente, el máximo nivel de eficacia es indispensable para la consecución de los objetivos personales y el proyecto de empresa. En este punto está la base de la diferenciación entre las empresas altamente competitivas y las que no lo son. La empresa alcanzará los resultados que alcancen las personas que la componen, sea cual sea su posición en ella.
Otra de las actitudes necesarias es aquella que le permita afrontar cualquier cambio de rumbo de la actividad empresarial, que no siempre es sinónimo de buenos resultados. Sin embargo, si existe la voluntad de poner los medios adecuados sabiendo que son las personas y el talento humano la clave para el impulso, la situación anómala puede reconducirse y remontar el vuelo.
La iniciativa para proponer cambios necesarios debe ir acompañada de un orden que sistematice su ejecución, pues no se trata de plantear las cosas a corto plazo, sino que perduren en el tiempo y que tengan efectos positivos en quienes desempeñan su función en la empresa.
Debido a ello, un buen dirigente debe predicar con el ejemplo y por ello sólo puede exigir trabajo y eficacia quien se muestra como el más trabajador y eficaz. Una relación humana abusiva no puede funcionar bien permanentemente. Aún así, en ocasiones debe tomar una postura firme en determinadas ocasiones, enfocada hacia una acción directiva y de liderazgo correcto en la que se vislumbre un talento orientado al servicio de los demás.
Por otro lado, las personas que desempeñan una labor deben sentir que cubren sus propósitos de autorrealización, es decir, de compensación, realización personal con el trabajo y satisfacción con el entorno laboral. Por ello, el empresario precisa ser un excelente gestor y hacerles sentir partícipes de una función en cadena para la consecución de un mismo fin.
Para dirigir a los demás es fundamental tener un punto de vista respecto al negocio, a los problemas y en general ante la vida. Un dirigente tiene una opinión definida frente a lo que ocurre y se guía por esa opinión para enfrentar los problemas. Mucha gente se deja llevar a la deriva por lo que le va pasando, sin formarse opiniones sobre las cosas. Sin un punto de vista es muy difícil que una persona logre dirigir a otros.
En general existen dos grandes estilos de dirección: los que ponen énfasis en los resultados (fijación de metas y su cumplimiento) y los que ponen énfasis en las personas (gratificación, motivación, etc). Ambos estilos tienen ventajas y desventajas y es difícil encontrar alguien que combine a la perfección estos dos estilos. No hay que olvidar que la meta principal del gestor ideal es la de perseguir un equilibrio constante como fin último en su actividad empresarial.
Pasos clave para ser un buen empresario
En resumen, el éxito del empresario viene determinado por el grado en que consiga que todas las personas contribuyan al logro de esos resultados. Para ello, hay que tener en cuenta que el empresario debe cumplir estos requisitos para llevar a cabo el rol de líder y gestor de personas:
1. Desarrollar un proyecto de empresa identificando claramente clientes, producto/ servicio, entorno del negocio, estrategia y objetivos y cultura.
2. Conocer las características que han de tener las personas de la empresa para poder llevar a cabo el proyecto que le une.
3. Diseñar los objetivos personales de los empleados respecto al proyecto de empresa que se quiere llevar adelante.
4. Conocer los principios y características personales, puntos fuertes y débiles, que conforman el estilo de liderazgo del empresario.