El outsourcing sale a concurso
Sacar a concurso los servicios externalizados de la empresa y someter a examen a los distintos proveedores o colaboradores de una organización es una práctica cada vez más habitual en España. Un proceso que procede del modelo anglosajón y que comienza a extenderse a la mayoría de las áreas empresariales. En Estados Unidos a este método se le denomina “beauty contest” (concursos de belleza) y se realiza en las áreas de legal como los aspectos mercantil o financiera, sobre todo, pero también en procesal, competencia, laboral o propiedad intelectual. Además, es un experiencia habitual realizar este tipo de concursos entre las empresas de servicios de informática y nuevas tecnologías, comunicación, desarrollo o call centers, entre otros.
Esta tendencia se va a convertir en una forma de trabajar mucho más habitual de lo que es hoy en día. Sin ir más lejos, en Unión Fenosa, la norma es la misma para contratar a cualquier proveedor de servicios. Piden varias ofertas, las evalúan teniendo en cuenta una serie de parámetros fundamentales como la calidad del equipo y el precio y finalmente, seleccionan las más adecuada en base a unos conceptos clave que tenga en cuenta la empresa.
Un inconveniente de este método surge a la hora de establecer una relación de confianza con el colaborador, porque es importante que la persona o la empresa que venga de fuera se implique. Para que la relación funcione es imprescindible que una buena comunicación permita a la casa saber qué buscan sus posibles clientes y a éstos qué soluciones les ofrece cada compañía, a partir de ahí, se puede comenzar a trabajar.
Otro de los problemas es que, en ocasiones, es imposible realizar un concurso por la urgencia del negocio o la confidencialidad del proyecto, ya que, a veces dar publicidad a un plan puede acabar con la operación.
Como inconvenientes, elaborar un concurso puede suponer para las empresas una carga extra que ralentizará el proceso, lo que es poco eficaz en caso de que estos proyectos sean algo urgente. Por otra parte, es un gasto extra, tanto económico como de recursos humanos para las empresas que participan, ya que sólo será una la elegida para realizar esta tarea y el resto no verá recompensado su esfuerzo.
Esta práctica tiene como ventaja que favorece al mercado. La competencia es muy positiva, obliga a las casas de servicios a ser más eficientes y productivas. Además, estos procesos exigen mayor calidad y especialización al servicio que solicita el cliente, lo que resulta favorable para las dos partes.
Por otro lado, las empresas de servicios también valoran las diferentes ofertas a las que se presentan dependiendo de los puntos de interés, lo innovadora e interesante que sea y el interés por captar a un cliente y por entrar en un sector. En este caso hay que destacar que la magnitud y las características de los proyectos dan más caché a estas entidades para futuros trabajos.