La franquicia y las nuevas tecnologías.
El desarrollo exponencial de las nuevas tecnologías y su disponibilidad a un coste razonable han afectado radicalmente al entorno empresarial en los últimos años. Son hoy muchas las empresas que, gracias al empleo de la tecnología, venden sus productos y servicios On-line, se benefician de la información existente en Internet, la rapidez del correo electrónico o el acortamiento de distancias que propician las videoconferencias.
No obstante, hemos de ser conscientes de que los ordenadores son casi el único interface que se utiliza en la actualidad para enviar/transmitir información o realizar compras sin desplazamiento alguno y que éste, no es el más intuitivo y fácil de usar que existe, lo que, a la postre, puede estar frenando el potencial de expansión de Internet.
Resulta razonable estimar que, durante los próximos años, la tecnología disponible permitirá al público en general el acceso a la red desde el televisor o el teléfono móvil a una velocidad muy superior a la que propicia la línea telefónica convencional.
Teniendo en cuenta esta perspectiva de masivo acceso a la red, no resulta descabellado concebir la creación de empresas virtuales que, aprovechando un mercado de nueva creación, sólo operen en este ámbito. Esta posibilidad estaría de pleno acuerdo con la evolución que ha experimentado la empresa cara a Internet, pasando de tener páginas meramente informativas a dotar a éstas de comercio electrónico, área de consultas y en definitiva, utilizar la web como una herramienta de marketing y venta.
A priori, la problemática que estas empresas pueden encontrar es abarcar un público de dimensiones globales desde un primer momento gracias a su estructura virtual, sin la capacidad estructural, financiera y logística suficiente para atender la demanda objetivo.
Es aquí donde la franquicia se erige como un formato plenamente óptimo de expansión, debido a que la empresa virtual al convertirse en central de franquicias, ya no necesitaría disponer de los recursos financieros, estructurales y logísticos que conllevaría un crecimiento bajo el formato filial/sucursal, al contar con recursos ajenos para financiar su expansión. A esto debemos añadir la seguridad jurídica que aporta la firma de un contrato cuya regulación está contemplada por la legislación internacional, de la que se derivan derechos y obligaciones para las partes que lo suscriben.
Otro aspecto a destacar es la atención al cliente, ya que la central se configuraría como portal de acceso universal, desde el que se desviaría al eventual cliente a una web sita en su país de origen, gestionada por personal autóctono, desde la que no sólo se le ofrecería un producto/servicio, sino un trato personalizado si él lo requiriese.
En definitiva, existen numerosas razones que sustentan optar por la franquicia en un entorno global donde la frontera entre lo real y lo virtual será cada vez más tenue, aunque éstas no deben hacernos olvidar que toda expansión en sí misma y, especialmente en un mercado de nueva creación, conlleva un alto componente de riesgo.
De la asunción y correcto manejo de éste por los empresarios dependerá que los consumidores del siglo XXI tengan acceso a un mercado radicalmente innovador, que a su vez pueda ser la génesis de una nueva forma de entender la empresa y la forma de desarrollar su actividad.