Ser atónoma y extranjera: un mundo aparte
Una pequeña cuenta matemático-social. Si sumamos los factores: crear una pequeña empresa, más ser autónomo, más ser mujer, más ser extranjera, el resultado es un universo de dificultades.
Ésta es la realidad a la que se enfrentan muchas mujeres inmigrantes que han decidido importar sus conocimientos, su preparación, su esfuerzo y su ilusión para crear proyectos en la Comunidad de Madrid. Pero como estas características no se reflejan directamente como dinero sobre la mesa, la mayoría se encuentran con grandes problemas para sacar adelante sus proyectos, sobre todo, por culpa de la financiación.
Anique Verdejo es francesa, de Toulouse. Tiene 34 años y estudió Marketing. Lleva tres años viviendo en Madrid y en junio de 2005 creó una tienda de productos de comida selecta francesa gracias a un crédito de AvalMadrid y al respaldo de su marido español. En su tienda de delicatessen «Sabores de Francia» se puede encontrar foie, mostaza con higos, arroz con rosas, ortigas salvajes, aceites aromáticos y otras mil maravillas culinarias de la cocina francesa. Sin embargo, sacar adelante su tienda le ha costado mucho esfuerzo.
«Al principio, con el ánimo de un nuevo proyecto no te das cuenta de la cantidad de trabajo que supone sacar adelante una empresa. Es como una bolsa de oxígeno que te hace olvidar toda la dificultad que acarrea. Yo siempre había trabajado de empleada de otros y me suponía un reto y un riesgo sacar algo adelante por mí misma. Pero eso te obliga a realizar un esfuerzo personal brutal, porque estoy sola. Te conviertes en mutifuncional, desde contable hasta señora de la limpieza. Quiero que el negocio sea rentable, pero no a cualquier precio. Me he dado un plazo máximo de tres años para que esto funcione», explica.
Negocio valiente
Por ahora, va sobre el plan de negocio. Ha elegido trabajar también con otras empresas que realizan sus productos de manera artesanal. «Me parece que la pequeña empresa es un modelo de negocio valiente que hay que fomentar y fortalecer desde dentro con la colaboración, y desde las instituciones, que, por suerte, en esta Comunidad, ayudan bastante. También he globalizado la tienda creando una franquicia a nivel nacional por internet. De esta manera, y por correo ordinario, puedo satisfacer pedidos en todo el país y mi negocio crece más rápido con una inversión no muy alta».
«No he tenido ningún problema -continúa- ni por ser extranjera ni como mujer para montar mi empresa. Sin embargo, el idioma me ha ayudado mucho en esto. Si no sabes hablar castellano, todo es muy, muy difícil».
Incluso con todos los problemas que supone la creación de una empresa, sobre todo si se es autónoma, cada vez más mujeres extranjeras se aventuran a crear nuevos negocios en la Comunidad porque es una región con muchas posibilidades de prosperar. Según fuentes de AvalMadrid, dentro del Plan Especial para Mujeres Emprendedoras, entre abril de 2005 y la actualidad, un 20 por ciento de las mujeres que les piden un aval para crear una empresa como autónomas en la región son extranjeras. Eso sin contar las que lo piden a través de sociedades. Ha aumentado esta tendencia un 150 por ciento. Un 86 por ciento de ellas tienen entre 30 y 50 años, y un 40 por ciento tiene estudios universitarios.En total, esta empresa ha realizado una inversión inducida en este colectivo de 900.000 euros. Los sectores más solicitados son el textil, el hostelero y el de la estética, aunque también hay dentistas, fisioterapeutas, zapateras, ópticos, y herboristas, entre otros.
María Elena tiene 44 años. Es cubana y acaba de reinaugurar su bar «Lágrimas de cocodrilo» junto a la calle O´Donnell. María ha querido montar, junto a su marido Miguel Ángel, un local cultural cubano en pleno centro que ofrezca pintura, videoarte, monólogos, etcétera. Su creación no ha sido para nada un camino de rosas.
Explica que «lo más difícil es encontrar el local adecuado. Pero a partir de ahí quedan muchas cosas por hacer, y lo tienes que hacer todo tú. Contratar a los arquitectos, elegir las pinturas, pedir los permisos adecuados, negociar con los proveedores, atender a los clientes, y todo aquello que implica un bar. No tengo dinero para contratar a nadie que lo haga. La burocracia en España para crear una empresa o pedir un aval es muy complicada. Menos mal que tengo un hermano empresario y que consulté en la asociación de autónomos para asesorarme bien, porque es mucho más complicado de lo que parece. Los bancos y los dueños de los locales no lo ponen nada fácil».
Problemas de financiación
Y es que las condiciones financieras son el principal problema con el que se encuentran estas personas. Isabelle Larose es francesa. Tiene un local de ropa de segunda mano y ha tenido que pagar el alquiler de su propio bolsillo durante varios meses con la promesa del dinero de su préstamo. «Han tardado en darme el dinero mucho tiempo. Mi situación estaba en un momento crítico. Cuando estás comenzando con un proyecto como éste, ya tienes suficientes problemas para sacar una empresa adelante como para que encima te pongan impedimentos o haya demoras si ya cumples unos requisitos. Si no das garantías de viabilidad, nadie te quiere ayudar a nivel de dinero, y si las das, tardan en ayudarte demasiado tiempo, con lo que tu situación se vuelve difícilmente sostenible».
«Y es mejor pedir un préstamo público -añade-, porque los bancos, aunque son más rápidos, ponen muchos más problemas, aunque sea con menos trámites burocráticos. Sin ir más lejos, cuando acabas de llegar, estudian cuál es tu situación en España, y eso te da una imagen clara de la desconfianza que sienten y te transmiten. Por suerte, la gente acoge las tiendas con curiosidad y acepta nuestros negocios como uno más dentro de su barrio».