Todas las puertas para la financiación
De repente una bombilla se enciende en la mente del emprendedor, asalta una idea que potencialmente ofrece unos beneficios y que quiere desarrollar. Pronto sale a flote la segunda cuestión a tener en cuenta y sin la cual es imposible poner en marcha el negocio: la financiación. Varias son las vías para conseguir dinero aunque es conveniente analizar bien una a una para saber cuál es la que se ajusta a nuestras necesidades y posibilidades.
El primer paso y menos arriesgado es tener en cuenta nuestros recursos y el entorno propio, tradicionalmente denominado grupo de las “3 f’s” (family, friends and fools). Esto es, familia, amigos y ‘locos’, que confían en el emprendedor y en su idea y le ayudan a cubrir estas necesidades financieras.
Tampoco hay que olvidarse de que cuando se pone en marcha un negocio, diversas instituciones nacionales y, sobre todo, autonómicas por gestionar los fondos europeos ofrecen líneas de ayuda a la creación de empresas. Estas ayudas suelen ser de carácter fiscal o financiero, en este caso mediante créditos a tipos de interés preferencial. Entre estas instituciones destacan las Cámaras de Comercio, la Dirección General de la Pequeña y Mediana Empresa, el Instituto de la Mujer o el Instituto de Crédito Oficial (ICO).
La búsqueda de un socio inversor puede ser otra solución. En este caso el socio es el propietario temporal o permanente de unas acciones de la sociedad constituida. Esta situación los acredita como socios de la empresa, haciéndolos acreedores de los derechos y obligaciones que otorgan esas acciones. El inconveniente es la pérdida de poder por parte del empresario, que ahora tiene que compartir las decisiones, aunque al mismo tiempo, esta particularidad puede ser una ventaja a la hora de encontrar apoyo y nuevas ideas.
Si esta idea no nos convence podemos acudir a los bussines angels, que son aquellos inversores informales con capacidad para aportar capital y conocimiento a empresas nuevas. Actúan como pequeñas sociedades de capital riesgo aunque con cantidades de dinero inferiores. Por eso se entienden en situaciones en las que se cuenta con fuentes complementarias. Suele ser un recurso puntual y para capitales pequeños. Y como las meigas, haberlos, hailos.
Si lo que necesitamos son bienes mobiliarios o inmobiliarios podemos acudir a la técnica del leasing. Consiste en un contrato por el que por el cual la compañía leasing entrega a los usuarios estos bienes para que los disfruten pagando un canon mensual durante el periodo de duración de contrato. Al terminar este tiempo, los usuarios pueden optar por adquirirlo o no. Lo mismo sucede con el renting, aunque en este caso, el bien a alquilar es un vehículo.
Una vez que el negocio está en marcha, al propietario también le surgen necesidades que requieren inversiones para continuar la empresa o para ampliarla. En estos momentos se puede acudir a herramientas como el confirming, que ofrece una entidad financiera para facilitar a sus clientes la gestión del pago de sus compras. Se ofrece para cobrar las facturas con anterioridad a la fecha de vencimiento de estas. Su uso es frecuente en empresas que tengan diversificados sus proveedores, que deseen dilatar el pago a proveedores o que tengan un sistema de pagos complejo.
Potro lado, cada vez más las empresas recurren al factoring, que es una fórmula de financiación y administración, basada en la cesión de facturas: la empresa cede el crédito comercial de sus clientes a una Compañía de Factoring, que se encarga de gestionar su cobro a cambio de una contraprestación consistente en una comisión por los servicios administrativos y unos intereses por la financiación (anticipo del vencimiento de pago de las facturas de sus clientes). Las ventajas se apoyan en reducir la carga de trabajo al departamento de cobro subcontratar la contabilidad generada por las ventas y su cobro, así como anticipos sobre el vencimiento de pago de las facturas.
Una fórmula muy común en las empresas ya en desarrollo en búsqueda de su expansión es la intervención de los agentes de capital riesgo. A través de la cantidad aportada por el nuevo socio entrante, se le cede acciones de la compañía. El objetivo es que con la ayuda del capital de riesgo, la empresa aumente su valor y una vez madurada la inversión, el capitalista se retire obteniendo un beneficio.
El mayor freno para aceptar a recurrir a este tipo de financiación es la independencia, entre las ventajas del capital de riesgo destaca que ayuda a estructurar mejor el proyecto complementándose con una mirada más financiera. Además ayuda a replantear los objetivos y la presencia en el mercado de la compañía. Hay que distinguir la diferencia entre fondos públicos y privados. La visión general es que los mejores profesionales están en terreno privado, aunque el riesgo público da una sensación de una mayor adaptación a las necesidades de la empresa.
Sólo para los más solventes existen las líneas de crédito que permiten a un cliente bancario disponer de dinero prestado por la entidad durante un periodo de tiempo determinado y fijado por ambos. Esta alternativa es muy útil cuando se desconoce la cantidad exacta de dinero requerida por el cliente. De todas maneras este producto financiero sólo es accesible a personas de demostrada solvencia, ya que el banco se guarda las espaldas ante posibles fraudes o problemas suscitados por la situación económica del prestatario.